lunes, 28 de enero de 2013

Yo quiero ser feliz, y volar.

Hoy, cuando me he levantado por la mañana me ha dado por recordar, he recordado el olor salado del mar y el sonido de las rocas al romper contra los acantilados, siento que este no es mi sitio, que vivo atrapada entre edificios altos y luces, echo de menos la sensación de estar en el agua tiritando, con los labios y los dedos morados por falta de riego, probablemente sufriendo una hipotermia, y no salir del agua por que sé de alguna manera que es donde debería estar.
Cuando la gente piensa en la playa piensa en la típica pareja paseando por la orilla del mar y dándose besitos.
Para mi es diferente, yo me acuerdo de la sensación de libertad, la familia, el hogar, y aunque fuera dos semanas cada año, me sentía más en casa que nunca.
Aquí, en Madrid  me siento enferma, sin el olor a salado y sin la textura de la arena bajo mis pies.

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